Cuando nos hayamos diluido, y el último rastro de humedad
y de afecto sobre nuestros retratos
cuando entonces
cuando esto
cuando los objetos no tengan a nadie que los reconozca o tú
y yo seamos un libro y una caja china que ha inventado
el silencio
el silencio como perfección del más doloroso de los gritos
cuando el olvido siga constituyendo al mundo como es su
deber, su compost, su premura
seguirás de pie en nuestra cocina, escuchando a las cebollas,
la frente perlada de generosidad y de viajes al centro de
la Tierra. La mujer que le lee sus derechos a la belleza.
Nuestro hijo ahí.
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